¿Son los perros los nuevos niños? La cruda verdad sobre las madres de perros y los sustitutos de niños | Episodio 11

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En los últimos años, la expresión "los perros como sustitutos de los niños" se ha ido incorporando cada vez más a nuestro lenguaje cotidiano. En las redes sociales, leemos sobre "mamás perro" y "papás perro", las mascotas celebran cumpleaños, consiguen sus propias cuentas de Instagram o se ponen pijamas de compañeros.

Pero, ¿qué hay detrás de esta tendencia? ¿Es simplemente una cuestión de apodos bonitos o refleja un cambio en la sociedad?

Vivimos en una época en la que la imagen tradicional de la familia está cambiando. Cada vez más personas deciden conscientemente no tener hijos, ya sea por motivos personales, económicos o sociales. Al mismo tiempo, crece el número de hogares con perros. Los perros llenan vacíos emocionales, proporcionan apoyo y estructura, y a menudo se convierten en algo más que "sólo" una mascota.

En este artículo nos tomamos la molestia de analizar críticamente la moda de "los perros como sustitutos de los niños". Arrojamos luz sobre lo que esta evolución dice de nosotros los humanos, dónde están las oportunidades, pero también los peligros - y sobre todo, lo que significa para los perros desde una perspectiva canina.

Cambio social: por qué cada vez más gente ve en los perros un sustituto de los niños

En la sociedad actual observamos una evolución apasionante: cada vez más personas se deciden conscientemente a no tener hijos propios, pero no a no asumir responsabilidades ni cuidados. En lugar de ello, muchos incorporan un perro a sus vidas, que a menudo asume un papel que va más allá del de "mascota".


¿Por qué?
Hay muchas razones para ello:

  • Enfoque profesional: Muchas parejas o solteros se concentran en su carrera profesional. Un perro suele encajar mejor en una vida flexible que un niño.

  • Razones económicas: Los niños cuestan más de 200.000 euros hasta que alcanzan la mayoría de edad; un perro parece "más barato", aunque también requiere dinero, tiempo y energía.

  • Presión social: en un mundo cada vez más complejo e incierto, algunas personas simplemente tienen miedo de traer hijos a esta sociedad.

  • Necesidades emocionales: Los perros ofrecen cercanía, amor, estructura... sin los conflictos (humano-sociales) que suelen darse en las relaciones humanas.


En países como Japón y Corea del Sur hay ahora más mascotas que niños menores de 15 años. La tendencia también es clara en Europa y Estados Unidos.

Un perro no es un niño sustituto. Sus necesidades, su comportamiento y su percepción del mundo son distintos de los de un ser humano. Aunque pueda proporcionar consuelo, no debe cargar con la responsabilidad de la soledad humana o los deseos insatisfechos.

Ver a los perros como sustitutos de los niños es un fenómeno de nuestro tiempo. Pero, ¿qué significa esto realmente y por qué es problemático obligar a los perros a desempeñar este papel?


Desde un punto de vista psicológico, los perros ofrecen muchas cosas que atraen emocionalmente a las personas:

  • Aceptación incondicional,

  • Cercanía física,

  • Fiabilidad en la vida cotidiana.

Estos factores pueden desempeñar un papel importante, sobre todo en personas con un deseo insatisfecho de tener hijos o con carencias sociales. Los estudios lo demuestran:

  • Cuando cuidan de un perro, los humanos activan zonas del cerebro similares a las que activan los padres cuando cuidan de un bebé (por ejemplo, liberación de oxitocina).

  • Los perros reaccionan a las emociones humanas, leen nuestras expresiones faciales y gestos, lo que refuerza el vínculo.

Pero ahí radica precisamente el riesgo: tendemos a proyectar nuestras necesidades humanas en el animal.
Esto significa que el perro ya no se percibe como tal, sino como un apoyo emocional, un sustituto de la pareja o un "niño" para compensar nuestras propias carencias.


Desde un punto de vista cinológico, es decir, desde la ciencia del comportamiento y la biología canina, se aplica lo siguiente:

  • Un perro tiene estructuras sociales diferentes a las de un humano.

  • Su comunicación se basa en el lenguaje corporal, los olores y las expresiones faciales, no en el lenguaje ni en las emociones humanas.

  • Los perros necesitan una orientación clara y adaptada: seguridad, rutina, ejercicio adecuado (físico, mental, social).

Si se trata a un perro como a un niño, suelen surgir problemas:

  • Está sobrecargado emocionalmente (por ejemplo, constantemente en el centro de atención, sin periodos de descanso).

  • No se le ponen límites claros porque "mamá" o "papá" sólo quieren mimarle.

  • Desarrolla problemas de comportamiento como ansiedad por separación, ladridos excesivos o agresividad porque no tiene un papel en la estructura social adecuado para un perro.


Un perro no vive para llenar un vacío emocional. Su dignidad como animal significa respetarlo como ser vivo independiente, con sus propias necesidades y límites.
Si actuamos por motivos egoístas ("necesito un sustituto para..."), corremos el riesgo de sobrecargar o incluso maltratar al animal, aunque no sea intencionadamente.

Aunque los perros nos ofrecen cercanía emocional, no debemos olvidar que su papel en nuestras vidas es distinto al de un niño. Un niño se convierte en una persona independiente a lo largo de su vida, hace preguntas, se rebela, quiere independizarse y busca su propia identidad. Un perro, en cambio, sigue dependiendo de nosotros toda su vida. No "crece" en el sentido de que se desprenda de su cuidador o sea capaz de asumir la responsabilidad de su propia vida.

Esto significa que podemos crear un vínculo profundo, afectuoso y estrecho con nuestro perro, pero no debemos forzarle a desempeñar papeles que contradigan su naturaleza. Un perro nos necesita como cuidadores de confianza, no como una madre o un padre sustitutos. No nos necesita porque tengamos que llenar un vacío emocional, sino porque, como perro, necesita orientación, seguridad y cuidados adecuados a su especie.

Si priorizamos nuestras propias necesidades sobre las del perro, creamos un desequilibrio peligroso. Corremos el riesgo de pasar por alto lo que el perro realmente necesita como animal: contacto social con otros perros, normas claras, ejercicio, periodos de descanso y actividades aptas para perros. En cambio, inconscientemente le hacemos emocionalmente responsable de nuestros propios problemas: de la soledad, de los deseos insatisfechos o del deseo de seguridad. Esto no sólo pone en peligro su bienestar, sino también la calidad de nuestra relación con él a largo plazo.

Una relación humana-perro sana se basa en el respeto mutuo, la comprensión genuina y el cuidado adecuado a la especie. No se crea proyectando las expectativas humanas sobre el animal, sino reconociéndolo como lo que es: un perro, con todas sus necesidades, capacidades y limitaciones.

"Si tienes un hueco que llenar, es mejor que no elijas un perro porque acabarás buscando la felicidad en otra persona".

Pauline

Vínculo emocional entre humanos y perros: cercanía sin humanización

El estrecho vínculo entre humanos y perros es algo especial. Es una de las relaciones más antiguas entre humanos y animales. Los perros llevan miles de años con nosotros, como ayudantes en la caza, perros pastores, perros guardianes o simplemente como fieles compañeros. Pero hoy, en una sociedad cada vez más individualizada, se plantea una nueva cuestión: ¿son los perros los nuevos niños? ¿Se les considera sustitutos de los niños?

Se considera que los perros son animales muy sociales moldeados evolutivamente para cooperar con los humanos. Ya durante su domesticación, fueron seleccionados específicamente por su capacidad para cooperar y leer las señales humanas. Esta historia común de miles de años ha llevado a los perros a ser capaces de leer expresiones faciales, gestos e incluso emociones humanas con una precisión impresionante.

Un notable estudio de Nagasawa et al. (2015) demostró que cuando humanos y perros establecen contacto visual, en ambos organismos se libera oxitocina, la llamada "hormona del vínculo" , la misma que refuerza el vínculo entre madre e hijo.

Desde un punto de vista psicológico, las personas suelen transferir estructuras familiares a sus animales. Esto no ocurre necesariamente por una necesidad consciente de sustitución, sino a menudo por cariño: uno se preocupa, se ocupa, disfruta de la cercanía. Sin embargo, las proyecciones emocionales inconscientes pueden influir. Las personas que experimentan lagunas sociales o soledad en particular suelen ver a su perro no sólo como un animal, sino como un confidente, un compañero en la vida cotidiana o incluso una especie de hijo.

Desde un punto de vista ético, esta cercanía emocional no es problemática siempre que se tome en serio al perro a su manera: como perro, con sus propias necesidades, capacidades y límites.

En términos cinológicos, esto significa que los perros necesitan una orientación clara, ejercicio adecuado a su especie y contacto social con otros perros, y no el papel de un niño humano que carga con demasiada responsabilidad sobre el equilibrio emocional de su humano. Esta es la única forma de crear un vínculo sano que permita la cercanía sin caer en la humanización.

En muchos países europeos, como Alemania, Suiza y Austria, se observa un descenso de la natalidad. La orientación profesional, la incertidumbre económica, los estilos de vida flexibles y los cambios en los modelos de pareja hacen que las parejas o los individuos decidan conscientemente no tener hijos. Sin embargo, para muchos sigue existiendo el deseo de cuidados, cercanía y vínculo social. Los perros suelen llenar este vacío emocional: Ofrece cercanía, necesita cuidados y, al mismo tiempo, no se percibe a largo plazo como algo que cambie la vida y sea tan estresante como un hijo.

Desde un punto de vista psicológico, el hecho de que los perros tengan necesidades similares a las de los niños en muchos niveles desempeña un papel importante: Protección, cuidados, normas y afecto emocional. Esto activa en los humanos mecanismos instintivos de cuidado que están estrechamente relacionados con nuestro sistema de apego. Las personas con una gran necesidad de apego en particular, pero que no tienen (o no pueden o no quieren) tener hijos propios, por ejemplo, a menudo proyectan esta necesidad en su perro.


No es problemático per se ver a los perros como miembros de la familia o llamarles cariñosamente "mi bebé". Se vuelve crítico cuando:

  • se humaniza al perro, por ejemplo, mediante ropa, rituales humanos o falsas expectativas,

  • tiene que llenar vacíos emocionales que en realidad deberían ser llenados por las relaciones interpersonales,

  • no se toman en serio sus necesidades caninas (por ejemplo, contacto con otros perros, ejercicio, normas claras).

Desde un punto de vista cinológico y ético, ver a los perros como sustitutos de los niños significa que tenemos que reflexionar sobre nosotros mismos: El amor, los cuidados y la cercanía son importantes, pero siempre desde una perspectiva que respete al perro como perro. 

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Efectos de la humanización: ¿qué ocurre cuando los perros se consideran un sustituto de los niños?

Los perros son animales muy sociales que dependen de una comunicación clara, de la orientación y de un comportamiento adecuado a su especie. Sin embargo, si se ve a un perro como un "niño", a menudo se le antropomorfiza. Es decir:

  • Se malinterpretan los comportamientos naturales, como las peticiones de jugar o el comportamiento exploratorio.

  • No se ponen límites porque los propietarios temen parecer "estrictos".

  • La presión emocional se transfiere al perro cuando éste debe sustituir el papel de pareja o hijo.


Los perros necesitan una estructura social clara que corresponda a su naturaleza. No son niños ni personas pequeñas, sino perros con necesidades específicas: Ejercicio, ejercicio mental, contacto social (con personas y congéneres) y periodos de descanso.

Si se considera a los perros como sustitutos de los niños, pueden surgir los siguientes problemas:

  • Ansiedad de separación: el apego excesivo provoca estrés cuando el humano se va.

  • Problemas de comportamiento: Ladridos, destrozos, suciedad o agresividad suelen ser consecuencia de la inseguridad.

  • Frustración: La falta de liderazgo confunde al perro, que asume una responsabilidad que es demasiado para él.

  • Calidad de vida restringida: en lugar de poder olisquear, retozar y aprender, el perro vive en una "burbuja humana".

Hacer justicia a un perro no significa tratarlo como a un bebé, sino respetarlo como un ser independiente.


Los estudios demuestran que los perros tienen una gran capacidad para establecer vínculos afectivos con los humanos, comparable a la que existe entre los niños pequeños y sus padres (Topál et al., 1998). Sin embargo, los perros se benefician sobre todo de relaciones claras y coherentes, no de una sobrecarga emocional.

Los psicólogos advierten que cuando se supone que los perros llenan vacíos emocionales que en realidad tienen que ver con las relaciones interpersonales, esto puede resultar estresante tanto para los humanos como para los animales (Kurdek, 2008).


El tema de "los perros como sustitutos de los niños" es complejo, tiene una gran carga emocional y está de plena actualidad en la sociedad. Hemos visto que los perros pueden desempeñar un papel enorme en la vida de muchas personas, y eso, para empezar, no es malo. Los perros enriquecen nuestras vidas, nos dan alegría, cercanía y familiaridad.

Pero lo más importante es que los perros no son niños. No son sustitutos, pantallas de proyección para deseos insatisfechos o rellenos para la soledad. Son seres vivos independientes con sus propias necesidades, emociones y comportamiento.


Medios de cría adecuados a la especie:

  • amar al perro,

  • que se responsabilice de él,

  • reconocer y satisfacer sus necesidades,

  • sino también para dejarle su dignidad canina.

Lui y Paulina con el perro del alma Vito y amalia

Sobre Vitomalia y los autores Lui & Paulina

El nombre Vitomalia procede de los nombres de sus dos queridos perros: Vito y Amalia. Vito, un perro sensible y alegre, acompañó a Lui y Paulina durante muchos años de formación. Tras una larga y grave enfermedad, tuvieron que dejar marchar a Vito con el corazón encogido el 14 de febrero de 2025.

De esta pérdida surgió el deseo no sólo de procesar la experiencia para sí misma, sino también de dar a otros propietarios de perros valor, conocimiento y consuelo - así nació el podcast, como una forma de hacer frente al dolor y al mismo tiempo como una plataforma para hablar de la tenencia de perros como realmente es: llena de amor, desafíos y crecimiento.

Lui es deportista y Paulina psicóloga. Su pasión común por los perros les unió. Una afición se convirtió en vocación: Lui se formó como terapeuta del comportamiento canino, Paulina se especializó en ciencia canina. Trabajaron juntos como adiestradores de perros durante muchos años, hasta que se dieron cuenta de la gran necesidad de equipamiento canino sensato y seguro.

Esta idea dio lugar a la tienda online Vitomalia, que es su principal objetivo hoy en día. Pero su pasión por la estrecha colaboración entre humanos y perros sigue intacta. En su podcast, Lui y Paulina comparten sus experiencias, sus conocimientos cinológicos y quieren transmitir una visión honesta y realista de la tenencia de perros: sin filtros, sin clichés, pero con el corazón y la mente.

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